29/4/07

Los Fusilamientos del 2 de Mayo

El 2 de mayo de 1808 el pueblo madrileño se rebeló contra la salida de la familia real al grito de ¡Mueran los franceses!

Una cruel represión de las fuerzas francesas, especialmente los Mamelucos, provocó cientos de muertos entre los ciudadanos sublevados.

Gente de todas clases y condiciones, armadas con sables, escopetas, navajas y trabucos, frenética de ira y respirando guerra y venganza, llenó la Puerta del Sol y sus avenidas. Los exasperados madrileños dieron muerte a cuantos franceses armados se encontraron, ensañándose especialmente con los mamelucos, los cuales formaban de ordinario la escolta de Murat, y que con los lanceros polacos se distinguían por la ferocidad de que hacían alarde.

Costó a los franceses la jornada memorable y gloriosa del DOS DE MAYO la pérdida de 60 jefes y oficiales y 900 soldados, entre muertos y heridos, cuyas bajas ocurrieron en su mayor parte en el ataque del Parque. El enemigo, poco generoso, extremó de un modo cruel su venganza, faltando a lo prometido, pues los madrileños no cesaron en su actitud hostil hasta que a nombre de Murat se les ofreció olvido de lo pasado y reconciliación general. Cuando se hubo restablecido la tranquilidad, ocuparon militarmente la capital y prendieron a multitud de pacíficos ciudadanos, con el más fútil pretexto, fusilando centenares de ellos sin distinción de edad, sexo, estado ni condición. Empezaron las ejecuciones aquella misma tarde junto a la fuente de la Puerta del Sol e iglesia del Buen Suceso, para continuar durante la triste noche del 2, y aún en la mañana del 3 se oían las descargas que quitaban la vida a los primeros mártires de la independencia española. Algunos recibieron la muerte en San Ginés; otros en la montaña del Príncipe Pío, en el cercado de la casa que allí existía; pero la mayor parte fueron arcabuceados en montón en el Prado, en el sitio que hoy lleva el nombre de Campo de la Lealtad, donde se eleva el severo monumento del DOS DE MAYO (Encargóse la Providencia de vengar a las víctimas del DOS DE MAYO, haciendo morir de igual manera a su inhumano verdugo siete años después. Desde el trono de Nápoles, que tocó a Murat en el reparto de coronas que hizo Bonaparte entre sus generales, vióse proscrito y errante, siendo preso por un español; e identificada su persona, fue fusilado en el acto, sin forma alguna de proceso.)

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